La cabeza está unida a un mango largo, que suele ser de madera, plástico o fibra de vidrio. El mango sirve para sujetar el martillo y transferir la fuerza de impacto a la cabeza. En la parte central del mango puede haber una cinta de agarre para mejorar el agarre.
El martillo se utiliza principalmente para clavar clavos, utilizando la superficie de golpeo plana. Con el borde puntiagudo o la muesca en forma de V, el martillo también puede utilizarse para romper materiales como hormigón o baldosas.
Hay distintos tipos de martillos diseñados para tareas específicas. Entre ellos están, por ejemplo, el martillo de cerrajero, el martillo de albañil, el martillo de garra y el martillo trineo. Cada variante tiene características específicas que la hacen adecuada para determinados trabajos artesanales.